Reseña - "El Ángel de Mildhellei" de Jesica Rostoll Ariza

Datos:

· Título: El Ángel de Mildhellei

· Autora: Jesica Rostoll Ariza

· Editorial: Titanium

· Año: 2020

· Saga: Libro independiente

· Páginas: 184 páginas

Sinopsis:

UNA HISTORIA QUE NOS HACE VER QUE TODOS HEMOS NACIDO PARA HACER ALGO EXTRAORDINARIO, QUE LO QUE PARECE IMPOSIBLE SE PUEDE CONVERTIR EN POSIBLE Y QUE LAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES EXISTEN

En Mildhellei, Asael ha destruido la vida, la esperanza y la felicidad de cada uno de sus habitantes, sumiéndolos en la miseria y en un gobierno de terror por la crueldad vivida bajo la mano de su verdugo, la Bestia, encargado de llevar a cabo las mayores torturas ideadas por su amo.

Fuera de los muros de la fortaleza, Éire vive con una familia que la protege, la quiere y la cuida. Sin embargo, los sueños de un futuro quedan amenazados con la aparición de la Bestia y al ser conocedora de una verdad que marcará el discurrir de su vida.

¿Será capaz Éire de hacer frente a un destino que marcará su futuro?

Opinión personal:

El Ángel de Mildhellei es un recorrido por el tiempo, una historia de como el destino puede ser tan benévolo como cruel, el relato de una familia que nacerá tras la caída en desgracia de otra.

Si algo hay que tener claro de los personajes de esta historia es que todos están unidos por el hilo del destino, y me refiero solo a relaciones, sino que esa conexión va mucho más allá: de una forma u otra, todos acaban apareciendo en un tapiz cuidadosamente tejido en el que cada uno tiene su papel y su lugar, pero en el cual no tiene mayor voz y voto que el de la mano que teje su sino. Este hecho ha sido una delicia a nivel narrativo, no tanto por la pericia demostrada por la autora al emplearla (gran trabajo, sin duda) como por el significado que hay detrás de ella. No es extraño que en una historia los personajes interactúen unos con otros, de hecho, es lo más normal del mundo, pero si renfocamos el asunto y lo vemos desde otro punto de vista lo que encontramos en esta historia es, simple y llanamente, un tablero en los que los personajes son fichas del tablero que van entrando y saliendo, pero que no desaparecen del todo de la historia.

Ahora bien, si tengo que elegir personajes concretos, la elección está más que clara en masculinos (Kalen, Brent, la Bestia) como en femeninos (Éire, Anjana). Comenzando con las damas, Éire ha sido un personaje que me ha sorprendido minuto a minuto, tanto por su evolución de personaje como su papel en el tablero del destino; pero más allá de eso he disfrutado conociéndola por la pureza de su alma y el hecho de que es capaz de ver luz incluso en las sombras más oscuras, haciendo alarde de una convicción tan duradera como una montaña y tan profunda como la inmensidad del cielo. En cuanto a Anjana, no puedo más que sorprenderme por su curiosa forma de aparecer en el momento oportuno y, al mismo tiempo, estar presente en todo momento sin dejar constancia de ello, simplemente como si su presencia fuera algo natural; por no hablar de que no se ha apoderado del foco narrativo en ningún momento y siempre ha dejado la voz cantante a otros, algo que es muy difícil de lograr teniendo en cuenta su caracterización.

Respecto a los varones, comenzará hablando de Kalen, un muchacho optimista y alegre que no ha sido el más beneficiado en el tapiz del destino, pero que no se ha rendido o, mejor dicho, ha evitado hacerlo siempre que le ha sido posible, pero cuya principal función y atractivo ha sido siempre el de hacer progresar a su alma gemela, logrando que llegué a ser la mejor versión de sí misma y convirtiéndose él mismo en el catalizador de ese ascenso. Los dos siguientes personas son, cuanto menos, curiosos por la función que desempeñan en la narración y la importancia voluble que tienen en esta: por un lado, Brent, antaño temido como el mal absoluto, pero cuya aparición se da de forma tan efímera que, en principio, parece fácil olvidarse de él de no ser por la razón fundamental por la que existe, siendo nada menos que la mano negra que domina la oscuridad en el tablero; por otro lado, la Bestia, el peón más malvado y a la vez el más silencioso, ya que no tiene ni una sola línea de diálogo ni pronuncia palabra alguna; es más, ni siquiera es un ente con personalidad propia y, sin embargo, cumple a la perfección el papel que se le asigna: ser el icono del miedo más primitivo, una misión que parece imposible cuando solo las descripciones juegan a su favor, pero que se logra sin dudas en la trama.

Como me gusta señalar, hay muchas maneras de usar la 3ª persona y ninguna es mejor o peor que otra, más en este caso quiero señalar que he disfrutado especialmente de la empleada en esta historia, una enfocada en la introspección emocional con base en las descripciones minuciosas. La historia se nos cuenta a través de pasajes ricos en detalles descriptivos y con las emociones siempre presentes, logrando una unión exquisita y fácil de apreciar.

Muy curioso es el planteamiento utilizado en esta historia, presentando un mundo sin nombre y sin características claras, pero delimitado por los cuatro puntos cardinales, dando a conocer al mismo tiempo un dato superficial y al mismo tiempo revelador. Unido a este hecho, también destaca que los escenarios son notablemente reducidos y pueden contarse con los dedos de una mano, pero eso no es malo en absoluto; todo lo contrario, es por esa cantidad que se pueden conocer del todo y no dejan misterio alguno, logrando que la inmersión sea completa y no sea complicado visualizarlos mentalmente.

Si hablamos de trama es importante señalar que aquí hay dos bien diferenciadas, pudiendo entenderse como las dos partes de un todo o caminos paralelos que acaban confluyendo en el mismo punto: en primer lugar tenemos una línea temporal que avanza sin descanso y en la que se desarrolla la historia, un recorrido directo por la vida de los personajes en un sucesión de acontecimientos hasta el final de la trama; en segundo lugar, el juego del destino enfocado en la figura de Éire (incluso cuando está aún no ha nacido), un espectador pasivo e omnipotente que va haciendo relaciones y deshaciéndolas a su antojo.

El tema de la extensión no tiene mayor misterio. La historia se desarrolla rozando las 200 páginas y no necesita más para ser contada, hecho que la convierte en una lectura fácil de disfrutar y con un tiempo de lectura no muy extenso.

A modo de resumen final, resta solo una cosa que decir al respecto: pocos ejemplos tan claros de que el destino es ineludible hay tan claros en la literatura y, sin duda alguna, El Ángel de Mildhellei es la prueba que lo demuestra.

«No olvides que la familia no es quien te da a luz y tiene tu misma sangre. Es aquella que vela por ti, te cuida, te protege, te da su amor y cariño»

Opinión autor:

Es una delicia conocer a autores nuevos y expandir ese horizonte de mentes maestras sin explorar, pero tenía muchísimas ganas de conocer por fin el estilo de Jesica Rostoll Ariza. Francamente, estoy más que encantado por lo que he descubierto y puedo decir con total tranquilidad que siente amor por lo que escribe, está comprometida con sus historias y las lleva a buen puerto con ingeniosas estrategias y descripciones exactas como herramientas.

Respecto al lenguaje empleado, destaca lo accesible y correcto que es en todo momento, incluso en las escenas que no son agradables de leer y justamente destaco eso: el hecho de conseguir meternos en la truculencia de determinadas escenas sin el uso de lenguaje grotesco o desagradable.

- Lo mejor: El destino como fuerza detonante, una historia con varias lecturas, la promesa de algo más.

- Lo peor: Necesita corrección leve

- Nota final: 9/10.