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lunes, 28 de diciembre de 2020

Creación de mundo 3 - Reinos

    Bienvenidos una vez más a la fascinante aventura sobre el worldbuilding. En la entrada anterior tocamos el tema geográfico, el cuerpo y forma del mundo narrativo, pero un mundo necesita más elementos para estar completo. Para empezar a completar la creación divina como autores toca hablar sobre los reinos, esas aglomeraciones claves para la trama y el mundo. ¿Listos? ¡Vamos allá!

¿Son realmente necesarios?

    Es una pregunta difícil de responder, no pocos son los factores que pueden decantar la respuesta hacía la afirmación o la negación: ¿qué clase de historia estamos escribiendo? ¿Hasta qué punto es importante el entorno y no la trama que rodea a los personajes? ¿Vamos a requerir de esos reinos en algún momento? ¿Tiene sentido la historia sin estos? Cómo veis, las temidas preguntas tienen la mala costumbre (o bendita revelación, depende como se mire) de hacer acto de presencia a cada pequeño paso, pero claro, toda ayuda es poca y siempre será así.

    A fin de cuentas, la decisión final siempre está en la mano de cada uno, pero vamos a enfocarlo de esta manera: los personajes están listos, el mundo está tomando forma y es hora de plantearse hasta qué punto recorrerán este en su historia, pero… ¿queréis un tapiz a medio pintar o mover vuestras piezas por un tablero definido y completo? En lo personal, considero que cuantos más detalles mejor y que, como mínimo, al menos deberían tenerse en cuenta los elementos básicos y los reinos literarios lo son, claramente.

¿Cuántos necesitamos?

    Una vez tenemos claro que los reinos son necesarios, llega la parte más complicada del proceso inicial: elegir su número. Ninguna historia es igual a otra y todas tienen su propia belleza, métodos para facilitar la tarea los hay y cada uno tiene su encanto, pero tampoco es que todo sea coser y cantar. Para empezar, ¿en qué clase de mundo está ambientando la historia? ¿En uno futurista lleno de grandes potencias tecnológicas en los conflictos se resuelven mediante leyes? ¿En un mundo de época medieval con estados en guerras continuas? ¿En un mundo de corte fantástico con toda clase de posibilidades?

     Inevitablemente, el mundo que elijamos puede redireccionar esta decisión de una forma u otra, respondamos esas preguntas con un ejemplo: en el primer caso, el futurista, podría pensarse que existan pocas potencias que lo controlen todo; en el segundo caso, solo deberían tenerse en cuenta esos reinos en conflicto y eso dejaría un número muy corto para su desarrollo; respecto al tercero, al mezclarse ambas posibilidades o, directamente, existir todas las imaginables, este número puede ser grande, intermedio o pequeño.

     Esos solo son una mera demostración, la decisión siempre está en vuestras manos.

Elementos para la base de un reino literario:

    Llegado a este punto siempre me gusta brindar algún que otro consejo, mas en esta ocasión quiero cambiar un poco esa dinámica y, en lugar de dar apoyo con mi opinión, quiero resaltar esos elementos directamente. Estos son los elementos que estimo necesarios para una correcta creación:

· Historia: Como ocurre en la historia humana (ya sea mitológica, verídica o intuida), ningún imperio nace de la nada y todos han tenido su principio, así como su época de esplendor o su declive, por ende, todo reino literario debe tener historia. Una frase que me gusta resaltar y que pertenece al personaje Maui, dice así: “Sabes dónde estás, porque sabes de dónde vienes”. ¿Qué quiero decir con esta frase? Exactamente lo que dice, nada menos que el origen.

Puede que la historia empiece en una época determinada, pero nunca está de más saber cómo se originó un reino en concreto y que dio pie a su fundación. Ahora bien, ¿hasta qué punto hay qué hondar en la historia? Si eres detallista lo querrá saber todo y puede que te plantees una cronología minuciosa, o puede que te sirva con una serie de momentos clave de su historia que sean de relevancia para la trama; sea por una de estas razones o por cualquier otra, la historia de un reino es el punto de partida perfecto.

· Raza que lo habita: Teniendo ya en cuenta la historia y antes de pensar en su forma, hay que tener presente la clase de criaturas que queremos que la habiten. Pueden ser humanos, alienígenas, especies fantásticas, robots; eso queda siempre a elección propia, pero la concordancia siempre es algo a tener en cuenta: en un reino de origen medieval no pueden aparecer robots futuristas, igual que tampoco podría manifestarse un dinosaurio en el Edén cristiano (a no ser que la trama lo justifique, pero ya me entendéis).

También hay que tener en cuenta que en función de la raza que lo habite, todo lo demás estará adecuado a la misma. La mejor forma de ejemplificar esto es usando los enanos y los elfos del universo de El señor de los anillos: bien es sabido que los enanos se sienten cómodos en construcciones de piedra y cavando su hogar en el corazón de superficies montañosas, al igual que a los elfos les place vivir en los bosques y toda su civilización gira en torno a estos. Siguiendo estos ejemplos, se sacan en claro dos cosas: cada raza tiene un estilo de vida concreto, así como un medio predilecto en el que vivir.

· Estilo arquitectónico: Bien, con la raza ya elegida lo demás va saliendo solo. En primer lugar, en función de la elección anterior hay que ver cómo será el reino en el que vivirán y eso lleva al estilo del mismo. Tomando como referencia el mundo de El señor de los anillos o el planeta de Memorias de Idhún, se pueden apreciar los matices en las construcciones de las diferentes razas y estas, a su vez, son un reflejo de sus creencias y su forma de vivir.

¿Cómo saber cuáles encajan mejor con unos o con otros? El proceso nunca es fácil, eso seguro, pero por suerte hay referentes suficientes y un amplio abanico de apoyos visuales (comics, series, películas, libros ilustrados, etc.) para facilitar la ardua tarea.

· Costumbres de sus ciudadanos: Puede parecer un elemento sin importancia, algo que no debería tenerse en cuenta, pero pararos a pensar un segundo y decidme: ¿cuántas veces habéis leído una historia y, antes o después, aparece una celebración, se alude a una costumbre en particular o se da por sentado que un personaje debería saber X dato de una ciudad concreta? Ahí tenéis la prueba, no hay que dar nada por sentado nunca.

A este respecto, no es que sea necesario desarrollar un código de conducta y un plantel de celebraciones por cada reino, pero sí que interesaría plasmar un patrón y alguna que otra festividad concreta, los detalles justos que puedan apoyar la trama; aunque siempre está la posibilidad de hacerlo a lo grande, eso siempre.

· Miembros influyentes de la comunidad: Al igual que sucede en la vida real, es inevitable que haya individuos más influyentes que otros, familias enteras incluso. Tanto si es relevante para la historia como si no (nunca se sabe), es importante pensar en la realeza o las familias nobles, incluso en aquellos comerciantes o individuos con cierto poder adquisitivo.

Sí, es cierto que en un primer momento supondrá más trabajo, pero es mejor prevenir que curar, quien sabe si en el futuro sean necesarios para alguna subtrama o incluso para una continuación.

· Valores del reino: La mejor forma de diferenciar un reino de otro es, sin duda alguna, los valores con los que vive su gente, es decir, esas virtudes que los identifican como nación, que los unen entre pueblos y los hacen ser uno solo en el núcleo del reino. Teniendo esto en cuenta y basándonos en ejemplos, un pueblo nómada que tenga como valores la unidad de todos no será igual que unos bárbaros invasores que piensen que la fuerza y el valor son más importantes.

De hecho, tener en cuenta los valores para construir un reino es algo que puede ser útil, no solo a nivel personal como escritor, sino que también es algo que marcará a los personajes de forma colectiva. Si tuviéramos que describir dos ejércitos en la batalla, partir de los valores de sus guerreros sería una forma tan buena como cualquier otra de describirlos y nos permitiría alejarnos de unas descripciones más obvias como sus armaduras o su estandarte.

· Territorios que controla: Obviamente, un reino no solo está constituido por la capital principal y debe abarcar un territorio considerable, por lo que pensar en los núcleos de población más importantes y en la extensión de sus dominios es algo que se debería tener muy presente a la hora de su creación; incluso se podría pensar exhaustivamente en cada pequeño pueblo o enclave con alguna función específica.

Por supuesto, todo accidente geográfico (ríos, montañas, bosques, llanuras, etc.) que este dentro del territorio es digno de mencionarse y tenerse en cuenta, es más, pueden servir incluso como límite entre un reino y otro o marcar la diferencia entre una zona amistosa o peligrosa.

· Alianzas y enemigos: La paz y la guerra son las dos caras de una misma moneda, así como de uno de los motivos más explotables en cualquier trama, sin embargo, antes de pensar en conflictos es necesario crear los bandos y el reino que deseéis crear debe tener el suyo. ¿Se tratará de una facción belicosa que deseará imponer su ley en toda tierra que conquiste? ¿Gentes de paz que solo deseen compartir su visión de cómo debería ser el mundo?

Aunque claro, esto es solo una forma de enfocar el tema, bien podrían no ser necesarias en la trama, pero nunca deben pasarse por alto, eso por descontado.

· Bandera y escudo del reino: La heráldica es algo que se lleva usando desde que el mundo es mundo, especialmente usado por cada civilización, sin importar que fuera famosa o solo necesitaría un símbolo de identidad. Elegir el escudo identificativo del reino es un arte, no puede ser un simple icono que nos guste porque sí, sino que tiene que significar algo, por eso deberá ser lo último de lo que preocuparse a la hora de crearlos.

En cuanto a la bandera, ocurre un poco lo mismo, con la diferencia de que aquí solo hay que jugar con los colores y patrones, pues el escudo siempre será el rasgo principal y la propia bandera no tendrá mayor importancia que los colores para su identificación y diferenciación de otras. De todas formas, nunca está de más investigar un poco sobre heráldica y banderas por si acaso.

· Importancia en la trama: Por supuesto, no podemos crear reinos a capricho ni llenar un mapa porque sí, todo tiene que tener un sentido, ¿qué caso tendría hacerlo sin más? Recordad esto: todo elemento creativo debe tener su razón de ser, ya sea que aparezca en el primer capítulo o en el último, en el libro inicial o tres después de que empiece la historia; sino aparece inmediatamente no pasa nada, pero cubríos la espalda siempre que podáis.

Algo que me gusta siempre señalar (y no me cansaré de repetirlo) es que nunca se tienen demasiados detalles y que, si sois previsores y lo tenéis todo listo, tendréis muchos menos problemas a la hora de escribir y menos vacíos encontraréis en vuestra trama.

· Ejército y defensas: Como último elemento insigne de un reino es vital saber cómo puede defenderse, que tiene a su disposición para mantenerse a salvo, como de preparadas están sus tropas. Eso sí, no hay que confundir ejército con toda la población, pues solo interesaría en el primer momento saber la especialización de los combatientes del reino y no de cualquier ciudadano.

En cuanto al tema de las defensas, todo elemento que pueda servir como fortificación o protección es digno de destacarse. A fin de cuentas, no todos los reinos pueden tener las murallas más sólidas ni los mejores arqueros, en las diferencias está la riqueza de todo universo narrativo.

¿Y si no hay necesidad de reinos?

     Bien, todo lo anterior solo afectaría a ese deseo explícito de querer construir un reino desde 0 pero… ¿y si no es así? ¿Y si la trama ocurre en un reino ya en ruinas? ¿O en un mundo que está en extinción y solo queda miseria y muerte? En ese caso, solo serían importantes aquellos elementos claves o que tengan alguna relevancia para la historia.

   Si, sé que suena contraproducente decir que todo lo anterior no sería necesario de no construirse un reino, pero no es que carezca de sentido este argumento. Pongámoslo de esta forma: en un mundo en que no quedase nada, en que solo existiese el recuerdo de lo que una vez fue y la supervivencia fuera la clave de todo, todos los elementos anteriores tendrían importancia siempre que la historia o los personajes se la dieran. ¿Veis la diferencia? Es un juego narrativo de lo más interesante.

Consejos para no dejar cabos sueltos:

    Ahora sí, vamos con esos consejos que me gusta dejar siempre que tengo la oportunidad. En esta ocasión serán más bien pocos, pero no por ello dejan de ser necesarios. Estos son los apuntes al respecto:

· Escribid todo lo necesario para su elaboración: Nunca se tiene suficiente información y el tiempo puede hacer estragos en la memoria, por eso nunca está de más ponerlo todo por escrito. Siempre recomiendo tener dos copias de todo, una en digital en el ordenador y la otra en una libreta en mano. De esa forma, esa información siempre sobrevivirá de una manera distinta y se podrá usar en distintas situaciones: ¿quieres escribir en el momento y no te acuerdas de algo? Usa la copia en físico. ¿Quieres planificar más a fondo, pero no tienes prisa? Entonces escribe en el ordenador hasta que esté listo.

Todo es cuestión de prioridades y lo que necesites en cada momento, la cuestión es no estar falto de preparación nunca. Recordad: apuntes bien, prisas mal.

· Dibujadlo si es preciso: Otra forma de dar soporte a todo lo que necesitéis, más en este caso por lo ardua de la tarea, es dibujar todo lo que podáis. Sí, no tienen que ser obras de arte ni deben estar a la altura de un profesional, pero por pequeñas y insignificantes que sean esas muestras visuales tendrán una importancia más que clave para la futura historia.

Además, pensadlo de esta forma: quizás si otra persona los ve solo vea esbozos, pero vosotros veréis todo lo que en su día os hizo dibujar. Veréis planos del reino, un mapa del territorio, todo volverá a vuestra memoria. El cerebro es un órgano caprichoso y es mejor darle toda la ayuda posible, nada mejor que un enlace físico a una montaña de información como esta.

· Nunca perdáis de vista ese documento: Eso sí, lo último y más importante será siempre tener a mano esa información y nunca perderla, por nada del mundo. No es por tema de desconfianza ni por hurto ni por el peligro que eso conllevaría, el motivo es algo mucho más simple: perder esa información serían meses, incluso años, de trabajo perdido y eso es algo que no puede suceder nunca.

    Eso es todo por ahora, volveré el año que viene (muy pronto, la semana que viene) con más entradas sobre este fascinante tema. Muchas gracias por leerme.

2 comentarios:

  1. Muy buena entrada, me ha gustado mucho y contiene muy buenos consejos para la construcción de tu mundo.

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    1. Muchas gracias, me alegro mucho de que te haya gustado. Tengo un par de entradas mas sobre el tema y aun me quedan otras tres por redactar

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